lunes, 21 de octubre de 2013



En una revolución se triunfa o se muere, si esta es verdadera decía el Che Guevara en su carta de despedida a Fidel. Carta que sería leída el 3 de Octubre de 1965 en la Habana.

Somos muchas las personas del espectro de la izquierda que acostumbramos a usar citas, canciones o frases para callar alguna boca, marcarnos un pegotillo o simplemente para que alguien le de a "Me gusta" en tu red social favorita.
¿Pero realmente, que estamos dispuestos a hacer por la revolución?
¿Que sacrificios se plantea hacer la izquierda organizada para conseguir este todo que es cambiar el mundo? Están las organizaciones de la izquierda preparadas para morir, para que la revolución pueda ser? En mi opinión, no.
La mayor parte de las revoluciones populares que se han dado en el mundo, como es natural han ido encabezadas o han tenido involucrada de forma directa a las organizaciones de la izquierda social y política. Pero sobretodo, solamente triunfan si consiguen el poder popular.
Sin embargo, cuando se trata de ir a hacer aquello que Lenin decía de marchar separados, para luego golpear juntos, resulta que sobre el papel está perfectamente claro. Pero es curioso, como de repente aparece entre todo el espectro de la izquierda nuestras contradicciones más grandes. Contradicciones que no son ni más ni menos que miedos. Miedo a perder nuestras pequeñas parcelitas. Es asombroso, como entre dos personas que podrían ponerse de acuerdo en un porcentaje altísimo de cosas, como podemos ver exclusivamente las que nos separan.
Estamos  ante un momento histórico para la clase obrera, donde las personas que vivimos de nuestro trabajo empezamos a ser los menos por desgracia. Estamos ante una sociedad que tiene unos niveles de pobreza y desempleo y inestabilidad de vergüenza. Tenemos una generación de gente joven que no puede trabajar, ni estudiar, ni generar un proyecto de vida con ningunas condiciones. Y mientras tanto los partidos de la izquierda nos estamos mirando como de gorda se nos va a poner la panza en las próximas elecciones.
En los últimos años aparecen espacios de contrapoder popular (15M, DRY, Procés Constituent etc...) incluso partidos que enseñan nuevas formas de democracia como pudiera ser la CUP y ante estos procesos, los partidos de la izquierda llegamos con muy buenas intenciones, pero solamente con la intención de merendar. Nunca de ver como sumando todas las sensibilidades podemos hacer esa revolución con la que tantas veces nos llenamos la boca. Ahí es donde aparecen los fantasmas de la izquierda. Ahí es donde se empieza a buscar cual es la posible divergencia, para seguir intentando que las cosas cambien, pero lo justo para seguir controlando un cierto espacio. Ahí empezamos a buscar a izquierdistas, nacionalistas pequeño burgueses etc.
Yo, que soy una persona hijo de un Castellano y una Andaluza. No soy sospechoso de ser para nada independentista o nacionalista pequeño burgués entre otras cosas porque las banderas y las señas de identidad me la traen floja. Nunca he necesitado llevar ningún símbolo determinado para expresar de que lado del bando estoy. Soy clase obrera, hijo de trabajadores y nieto de campesinos de origen humilde. Y eso es lo que me une con toda esa gente que tiene mi misma condición. Me da igual que se sientan de aquí de allá, de pekín y de pokón. El caso es saber que tenemos en común, cuál es el yugo que nos oprime y quienes son las personas que nos roban.
Pues bien, aquí es donde no creo que los partidos de la izquierda estemos gestionando bien esta situación. Porque estamos teniendo miedo de confluir. Miedo de perder nuestros pequeños privilegios, que con mucho esfuerzo hemos ido consiguiendo. Estamos intentando ser el tuerto en el país de los ciegos, en lugar de sacarle los ojos a quienes nos hacen ser ciegos.
Es curioso, como veo gente cada día que se llena la boca citando a Lenin, Fidel Castro y a tantas otras personalidades de la izquierda. Pero cuando alguien les disputa su espacio, se van a buscar las divergencias para controlar su pequeño corral. De repente aparecen una monja y un cristiano rodeados de muchas personas militantes de la izquierda social ( profesionales de la docencia, artistas, periodistas) y nos rasgamos las vestiduras por sus tendencias nacionalistas pequeño burguesas o simplemente por el hecho de ser cristianos. En lugar de escuchar los mensajes que están enviando. A mi también me da un poco de grima que tengan que ser personas cercanas a la iglesia, quienes estén planteando cosas que me gustaría que plantease mi partido, quien hoy esté hablando de revolución. Pero no me voy a poner a ver si encuentro algunas cosas en las que no esté de acuerdo con esa gente. No, no pienso quedarme en la puerta. Quiero pasar y ver lo que hay dentro. Y no buscar si sus siglas o sus banderas me incomodan, porque además entiendo que también haya gente que no se sienta identificado con las siglas que yo si me identifico.
Yo tengo claro, que quiero vivir en un mundo mejor, con menos desigualdades. Y para ello ahora mismo, solo me queda ir a buscar dentro de las diferentes tendencias de la sociedad. Las personas que al igual que yo, quieren una sociedad mas justa. Luego ya nos pelearemos por el nombre, las banderas o los matices. Son muchos los procesos revolucionarios que tienen contradicciones. No hay más que ver el como se hizo la revolución en Rusia o en Cuba o en España mismo. A veces incluso siendo objeto de controversia, no le voy yo a explicar a mucha de la gente que lea este escrito que decía el Partido Comunista Cubano de Fidel por hacer una revolución nacional. O que decían de Lenin por no interpretar al 100% los textos de Marx y juntarse con todo tipo de personas con un mismo objetivo. O ver a Hugo Chávez hablando de diosito mío etc.
El caso es estar dispuesto a perder identidad propia, para ganar identidad colectiva.
Pero eso, nos da miedo. Puesto que puedo perder mi pequeña parcelita.

Y esque como decía Silvio Rodríguez en su canción en harapos: Desde una mesa repleta, cualquiera decide aplaudir.

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